La cura siniestra

A un joven y ambicioso ejecutivo le encargan una misión: traer de vuelta al director de su empresa de un idílico y enigmático centro de "bienestar" situado en un área remota de los Alpes suizos. Pronto sospecha que los milagrosos tratamientos que allí tienen lugar no son lo que parecen. Su cordura se pone a prueba cuando empieza a desvelar los terroríficos secretos que allí se ocultan y es diagnosticado con la misma extraña enfermedad que mantiene a los pacientes a la espera de la cura. A Cure for Wellness siniestra Critica: Hombre, si tengo que elegir entre un Wall Street que me pone enferma de estrés y un balneario-secta, pues con los ojos cerrados me quedo enferma en mi ajetreada vida capitalista, que al menos en Nueva York los dentistas no son unos sádicos. siniestra «La cura del bienestar» parte de esta idea, la idea del malestar generalizado que azota las sociedades ricas, insatisfechas, solitarias, estresadas y ambiciosas, y que produce la autodestrucción del hombre. Solo que no nos damos cuenta del daño que nos hace, del mismo modo que los pacientes del balneario no se dan cuenta del daño que le hacen a ellos, seguros y engañados por un falso sueño de felicidad. ¿No hay forma, acaso, de despertar de este círculo inacabable, de esta habitación sin salida? siniestra Gore Verbinski ofrece una película impactante y bien realizada pero que comete unas cuantas imprudencias argumentales que podrían haberse evitado con facilidad. «La cura del bienestar» tiene un formato inquietante, personajes sospechosos en cuanto aparecen, lo que ya está muy visto, y un desenlace que encuentro demasiado ficticio. DeHaan está muy bien, su misma cara inquieta de por sí, Jason Isaacs es el anfitrión perfecto para un idílico balneario suizo en el que cuesta creer que en pleno siglo veintiuno ocurran estas cosas y Mia Goth tiene ese punto erótico-perverso que poco a poco se irá asentando por causas ajenas a ella. Pobrecita Hannah. Sin duda la película cuenta con el acierto de saber introducir tensión en el espectador: ver sufrir a una persona suele producir empatía con el espectador, pero mayor simpatía aún es si quien sufre, o puede sufrir, es una joven inocente. Entonces ambos sufrimientos se combinan y el encanto reside en llegar al límite sin sobrepasarlo, y «La cura del bienestar» logra este punto en el que, después del horror, podemos respirar algo más tranquilos. siniestra


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